Personas mayores consumidoras: ¿venderles a cualquier precio?

Vender a cualquier precio, vender en cualquier circunstancia. Cuando este es el objetivo  de la venta, es necesario localizar el perfil adecuado de persona consumidora que permita cumplir esta finalidad. En este sentido, un perfil habitual, y en incremento –según las noticias que periódicamente muestran esta realidad–, es la persona mayor. Quien vende de acuerdo a este objetivo no conoce personalmente a quien le abre la puerta o le atiende al teléfono pero intuye que responde al perfil social de «persona mayor»: vulnerable, con escasa capacidad de comprensión, en otras palabras, fácilmente engañable. Si a esto se añaden ciertas técnicas de venta agresivas, que a cualquier persona (sea o no mayor) le influirían a la hora de realizar compras desfavorables para ella, ya tenemos los elementos adecuados para que la ecuación funcione a favor de quien dirige la venta.

La cuestión es, por tanto, comprender cómo pueden despejarse las variables que hacen válida esta ecuación para que el resultado sea favorable a quien consume, garantizando  sus derechos fundamentales en este ámbito. Incidir en la variable relativa a quien vende requiere aplicar medidas que regulen estas ventas y, en su caso, que establezcan las responsabilidades jurídicas correspondientes. Incidir en la variable «persona mayor» supone desarrollar diversas actuaciones. ¿Por ejemplo?

En primer lugar, visibilizar mediante noticias la realidad para alertar a las potenciales víctimas. En segundo lugar, divulgar mediante folletos informativos, charlas o seminarios, medidas de concienciación y actuación para que estas personas y, en su caso, quienes tienen a su alrededor, puedan protegerse y protegerles de este tipo de ventas. Aquí es fundamental la labor de transmitir la importancia de denunciar estas prácticas abusivas. Finalmente, resulta clave conocer las características específicas de estas victimizaciones; ya que puede que no  todas las personas mayores tengan la misma probabilidad de sufrirlas; en este sentido, los estudios victimológicos resultan claves para identificar los perfiles más vulnerables, todo ello con la finalidad de acotar de un modo más preciso y efectivo las medidas de protección: ¿quién ha de protegerse y cómo?

Todo ello, por supuesto, orientado «a estas personas mayores» pero también «con estas personas mayores», es decir, contando con su colaboración. ¿Qué tal si les preguntamos: ¿como diseñamos la prevención, cómo contamos las cosas? Las personas mayores no desempeñan sólo un rol pasivo en esta materia, como potenciales víctimas, sino que también tienen un rol activo–o deberían tenerlo– como actores en lo referente a su seguridad. Sería también, incluso, una manera de modificar es imagen de vulnerabilidad de estas personas. ¿Lo pensamos y lo hacemos?

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Mujeres mayores y violencia de género

Las mujeres mayores no suelen ser un perfil muy habitual en las noticias ni en las estadísticas de violencia de género. ¿Significa que sufren menos esta violencia que las mujeres de edades más jóvenes o hay otros factores que explican esta menor presencia dentro de esta tipología de víctimas?

La violencia de género es un tema de gran actualidad cuya visibilización ha permitido desarrollar estrategias de prevención y protección para sus víctimas. La explicación de esta violencia, compartida por diferentes personas expertas en la materia, radica en factores sociales de desigualdad, superadas ya las explicaciones psicológicas o psiquiátricas, de corte más reduccionista. Este desigual status de poder en mujeres y hombres ha sido más acentuado en generaciones de más edad, pues las nuevas generaciones han podido socializarse en relaciones más paritarias. Sin embargo, cuando veo las estadísticas oficiales de violencia de género del Instituto Nacional de Estadística, observo que las denuncias en el grupo de las mujeres mayores son menores que las que se producen en otras edades, y me planteo las siguientes reflexiones.
¿Significa que los casos de violencia de género se producen menos en este grupo de edad o que denuncian menos? En este segundo caso, ¿es debido a que por su socialización estas mujeres de más edad han interiorizado valores que dificultan la ruptura de la pareja y denuncian menos? Se me ocurre también otra pregunta cuando veo las campañas de prevención sobre el maltrato, en las que el perfil de víctima suele ser una mujer joven o madura, pero no de la tercera edad, ¿Influye en esta menor denuncia que no se sientan identificadas con las destinatarias de estas campaña? También me pregunto si existen recursos o programas específicos para mujeres de estas edades que faciliten su salida de esta situación en una etapa vital en la que pueden tener más dificultades para desarrollar una vida autónoma si no disponen, por ejemplo, de independencia económica. En este sentido, y ya para finalizar, me planteo: ¿las mujeres mayores víctimas de violencia de género sufren una doble victimización por su edad?

Iratxe Herrero Zarate©2015